ENVEJECIMIENTO-ACTIVO
Envejecimiento activo y salud son dos términos estrechamente emparentados: para envejecer activamente se requiere un nivel de salud propicio. En 2015, la OMS publicó el documento Informe Mundial sobre el Envejecimiento y la Salud. El envejecimiento de la población se ha acelerado; sin embargo, la edad cronológica ha dejado de ser un indicador fiable para medir la vejez. La edad avanzada se corresponde con un incremento de los problemas de salud, aunque no entraña dependencia en sí misma. Las pautas en el modo de envejecer son muy heterogéneas, si bien no obedecen al azar; son fruto de las circunstancias biográficas, culturales y socioeconómicas que rodean el curso de vida. La mayoría de las personas mayores equiparan envejecimiento saludable al disfrute de una aceptable capacidad funcional; promover su mantenimiento contribuiría sin duda a mejorar la salud en la vejez. El coste de tal medida no originaría una excesiva carga económica en el presupuesto de la atención sanitaria; por el contrario, lo realmente gravoso es renunciar a los beneficios de su puesta en marcha. Según la OMS, los actuales sistemas sanitarios, esencialmente curativos, deben ser sustituidos por la prestación de cuidados integrales centrados en la persona y sus necesidades. La mayoría de los problemas de salud son resultado de enfermedades crónicas o degenerativas: el fomento de hábitos saludables entre la población mayor contribuiría a prevenir o retrasar su aparición. Incluso en casos de deterioro funcional, un entorno favorable proporciona ventajas adicionales en la vejez. Añadir salud a los años constituye un objetivo primordial en el siglo XXI. Los estamentos gubernamentales han de procurar a sus ciudadanos posibilidades para vivir un envejecimiento activo y saludable. Una de las medidas más urgentes a tal fin es la transformación de los servicios de salud pública; solo su adaptación a las actuales condiciones demográficas logrará materializar un verdadero envejecimiento activo.