Las claves para evitar el deterioro cerebral son sencillas; sin embargo, se suele prestar poca atención a un asunto tan relevante. Para asegurar la calidad de vida en la vejez es necesario cuidar el cerebro. Se trata del órgano que guarda la identidad de la persona; él es el depositario de los aprendizajes, las experiencias y los recuerdos que conforman la vida.

Que la vejez no se convierta en una etapa marcada por el deterioro mental, depende de un buen funcionamiento cerebral. Según ponen de relieve numerosas investigaciones, no es una cuestión de azar. Las capacidades cognitivas, al igual que el resto de sistemas orgánicos, se afectan con el paso del tiempo. No obstante, el cuidado del cerebro puede retrasar la aparición del daño que lo amenaza en la edad avanzada.

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Claves para evitar el deterioro cerebral: fáciles de seguir

Mantenerse activo a nivel físico, psicológico y social es una de las claves para evitar el deterioro cerebral. Y lograrlo es posible, sin grandes esfuerzos.

  • Huya del aburrimiento: la falta de estímulos debilita el cerebro, mientras que las novedades lo fortalecen. Apague la televisión. Evite aislarse. Salga a la calle. Averigüe qué actividades le ofrece su medio. Mantenga aficiones y amistades con las cuales relacionarse. En una palabra: active su curiosidad por el entorno y evite rutinas poco interesantes.
  • Márquese objetivos a medio plazo. No importa su amplitud; lo esencial es que sean un pequeño reto personal. Tome su tiempo, no hay prisa. Su cerebro también apreciará el esfuerzo que realiza al plantear nuevas metas.
  • Distráigase con pasatiempos: juegos de mesa, ajedrez, cartas… Seleccione las actividades que mejor se adapten a sus gustos, pero no rechace aprender otras. Los nuevos aprendizajes son beneficiosos para el cerebro: cuanto más cuestan más eficaces son. Estudiar música, un idioma o aprender a hacer encaje de bolillos… son ejercicios excelentes. Alcanzar fines que entrañan un desafío rejuvenece el cerebro.
  • Por último, mantenga unos hábitos de vida saludables. Haga actividad física diaria, adaptada a sus capacidades; lleve una alimentación sana y procúrese un sueño reparador. Si es necesario, recurra a la meditación, la relajación o el yoga. Son prácticas que han demostrado tanto su eficacia como un gran beneficio para el cerebro. 

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