No hay duda de que el ejercicio mental contra el alzheimer es efectivo. Y es que, en caso de padecer la enfermedad, retrasa la aparición de sus efectos. Numerosas investigaciones, entre otras, el estudio de las monjas, así lo han puesto de manifiesto.

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Esta semana, una noticia sobre ello ha saltado a los medios de comunicación. Se trata de la historia de Vilho Fifländer, un anciano de 94 años, aquejado de alzhéimer, capaz de disputar con habilidad partidas de ajedrez. Un periodista finlandés ha publicado el reportaje. Tenía dificultades para contestar a mis preguntas y no recordaba nombres de campeones del ajedrez, pero recuerda perfectamente a sus amigos de siempre y está orientado en todo momento, relata; aunque su fuerza como jugador ha mermado, sus compañeros de juego lo consideran un rival muy fuerte.

Vilho fue siempre un gran aficionado al ajedrez. Durante la Segunda Guerra Mundial (1941-1944), ya disputaba partidas en el frente de combate. En 1948, año en que contrajo matrimonio, fue uno de los socios fundadores del club de ajedrez de Imatra, lugar donde reside, en Finlandia. Sin ser profesional, ascendió pronto a la categoría de Maestro Nacional de Ajedrez. Nunca ha dejado de jugar.

Ejercicio mental contra el alzhéimer: casos similares

Es de suponer que, a pesar del alzhéimer, el intenso ejercicio mental que entraña el ajedrez permita conservar la relación con el exterior. Hace poco más de un año, la noticia del fallecimiento de otro jugador evidenciaba los beneficios cerebrales de este juego en la edad avanzada. La existencia de casos similares ha sido puesta de relieve, por ejemplo, en ámbitos como el de la literatura.

Los patrones de aprendizaje más profundos permanecen anclados en la memoria. Y, aún en caso de una demencia, como el mal de alzheimer, se conservan activos hasta fases muy avanzadas de la enfermedad. La reserva cognitiva que se deriva de los aprendizajes complejos parece producir el retraso en la aparición de  sintomatología. Los daños cerebrales no se detienen, pero sí se retardan sus manifestaciones. La historia de Vilho supone un incentivo más a favor del ejercicio mental contra el alzhéimer.

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