María Blasco es una experta en envejecimiento celular a nivel mundial. A esa circunstancia y no a su edad, ya que nació en 1965, obedece su presencia aquí. Sus publicaciones en revistas internacionales son muy numerosas y su trayectoria ha sido galardonada en multitud de ocasiones. En la actualidad dirige el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), reconocido en todo el mundo por sus estudios sobre el cáncer.

Su trabajo se centra en la función de los telómeros. Se trata de unas estructuras a las que se compara con el refuerzo final del cordón de un zapato; sin esa protección, el cordón se deshilacha. Se encuentran en los extremos de los cromosomas y sufren un ligero acortamiento con cada división celular. Al alcanzar un punto crítico, la célula muere. La telomerasa es la enzima que evita el proceso. Pero la telomerasa no está presente en todas las células, solo en las germinales; las somáticas carecen de ella. En el laboratorio, se ha logrado introducir en estas últimas y se ha ampliado en gran medida el tiempo de vida de los animales en estudio. Esclarecer una cuestión tan compleja es una línea muy prometedora en el conocimiento del envejecimiento.

María Blasco, autora de Morir joven, a los 140 años. 

En abril de 2016, ha visto la luz un libro que da cuenta de lo anterior. Una periodista especializada en la divulgación científica colabora en la tarea. Al parecer, el envejecimiento humano no es un destino obligado; es un proceso que la evolución no previsto. El estudio de las personas supercentenarias pone de manifiesto el hecho. Hoy se admite que es posible alcanzar una edad así porque las enfermedades que se asocian a la vejez se desarrollan más tarde.

La longevidad está condicionada por factores genéticos y medioambientales. A los primeros se les atribuye una influencia de alrededor del 20 por ciento; a los segundo, el 80 por ciento restante. Por esta razón, los estilos de vida juegan un papel primordial. Para envejecer bien, el secreto no es tanto el curar las dolencias como el prevenirlas; es decir, estar sano durante el mayor tiempo posible. O, lo que es lo mismo, alargar los años de juventud. El fin de la investigación sobre los telómeros no es alargar la vida, sino que las patologías asociadas a la vejez no aparezcan precozmente. Según María Blasco, la ciencia alcanzará este objetivo en un futuro muy cercano. En el vídeo se ve a la científica explicando su trabajo en la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología.

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