Las pirámides de población son una representación gráfica del conjunto de individuos de un país o territorio. La distribución se hace por tramos de edad de cinco en cinco años, con los más bajos en la base y los más altos en el vértice. Una línea vertical parte el conjunto en dos mitades. El resultado es una imagen, más o menos simétrica, donde el número de hombres se ve en el lado izquierdo y el de mujeres en el derecho.

Según el tipo de población, la figura es muy variada. Un número de niños y jóvenes superior al de adultos y ancianos refleja un triángulo con una amplia base. A medida que el número de los primeros se reduce, la base se estrecha y, como es lógico, su forma cambia. Si las diferencias entre los grupos de edad son pocas, es casi un rectángulo. Por el contrario, si el número de ancianos supera al resto de segmentos, la imagen es de nuevo un triángulo, si bien esta vez invertido.

Las pirámides de población española

El perfil más tradicional de las pirámides de población se ha modificado a lo largo del siglo XX. Y es que los habitantes del planeta no han dejado de crecer; sobre todo, en las edades más avanzadas. En su origen, esta circunstancia suscitó amplios debates. Se anunciaba un impacto muy negativo tanto sobre la capacidad del medio ambiente para resistir tal carga como sobre los recursos, que se creían insuficientes. La obra de P. Ehrlich, Población, recursos, medio ambiente. Aspectos de Ecología Humana (1975) es un ejemplo de ello. Pero las predicciones se basaban en hipótesis erróneas. Y no se cumplieron.

En lo que se refiere al aumento de la población de mayor edad, no son pocos los profesionales que están en desacuerdo con el término «envejecimiento demográfico». Señalan que es inadecuado, ya que se identifica el aumento de la edad media de la población con un proceso de decadencia social. Y aseguran que las poblaciones no tienen edad. Son las personas quienes envejecen y no la sociedadEn la dinámica demográfica intervienen factores de gran complejidad a tener en cuenta. No hay duda de que en la estructura de la población española se han producido cambios de gran calado. Sin embargo, es un buen dato y no implica ni mucho menos una crisis

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