Cuando las temperaturas suben más de lo habitual, los riesgos por exceso de calor aumentan. Y no vale el tópico de que siempre ha hecho calor. Lo cierto es que los datos actuales no se ven desde que hay registros. Un año tras otro, se supera el récord de temperaturas extremas. Se trata de un evento que recibe el nombre de ola de calor ante el que, dada su gravedad, se han de tomar medidas. Porque daña la salud; en especial, la de los niños de corta edad, embarazadas, enfermos o muy mayores, que son los más vulnerables.
Con el fin de que la temperatura del cuerpo no sobrepase unos límites, se pone en marcha una serie de mecanismos. Sin embargo, si es antes de la llegada del verano, obliga a un gran esfuerzo. El organismo no está habituado y la adaptación es más difícil. Es aún peor si se alarga en el tiempo, la temperatura no desciende por la noche o se le suma un exceso de humedad y ausencia de viento. El efecto más grave es un golpe de calor, sobre el que se ha de estar informado, pues puede llevar a la muerte.
El cambio climático y los riesgos por exceso de calor
En 2022, ha vuelto a ocurrir. No solo en España, también en Europa y una gran parte de los Estados Unidos. Las olas de calor no solo se repiten, cada vez se adelantan más. No hay duda de que el riesgo va unido a la temperatura del planeta. Y es que la Tierra está hoy más caliente que en los últimos 10.000 años. Y los avisos del peligro no cesan.
La selva se destruye; hay especies al borde de la extinción; el Ártico se derrite y los rayos del sol, que antes rebotaban en el hielo, penetran en el océano y liberan metano y dióxido de carbono. No obstante, la toma de decisiones se demora. Los jóvenes protestan contra el cambio climático. Y con razón: van a heredar un mundo en el que no podrán vivir. Pero su queja no es suficiente. Exigir un cambio de rumbo atañe al conjunto de la población. De lo contrario, no se conseguirá nada.
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