La contaminación del aire entraña riesgos para la salud de las personas. La concentración de población en un núcleo extenso genera problemas en el medio ambiente. Y son de muy difícil solución. Uno de los más graves es el tráfico rodado y los sistemas de calefacción y aire acondicionado. Son actividades que producen cada día un gran volumen de humo que libera al aire gases y partículas tóxicas. Y, una vez allí, entran en el organismo a través de la respiración. Se trata de una cuestión muy grave sobre la que alertan hace ya tiempo los organismos internacionales.
El 30 de octubre tuvo lugar en Ginebra la 1ª Conferencia Mundial sobre Contaminación del Aire y Salud. El propósito era forjar compromisos que permitan mejorar la calidad del aire en todo el planeta de aquí a 2030. Y es que los datos son alarmantes. Casi el 91% de la población mundial respira un aire insalubre, lo que provoca alrededor de 7 millones de muertes al año. La mayoría de las ciudades supera las recomendaciones de la OMS; en algunos casos, son incluso 10 veces superiores. Hasta un 1/3 de las enfermedades cardiacas y respiratorias, los accidentes cerebro-vasculares y los cánceres pulmonares se atribuyen a esta causa.
Contaminación del aire: más dañina aún en mayores y niños
Los niveles de contaminación del aire se miden por la concentración de partículas en suspensión. El dióxido de nitrógeno, el ozono y el dióxido de azufre son gases que convierten el aire en irrespirable por encima de unos ciertos valores. Por otra parte, las partículas microscópicas de sulfatos, nitratos, amoníaco o cloruro de sodio, entre otros compuestos, se alojan en la zona más profunda del pulmón, atraviesan su barrera y pasan al torrente sanguíneo provocando graves daños.
La contaminación perjudica la salud a cualquier edad, pero aún más a los organismos vulnerables. Una investigación reciente ha puesto de manifiesto la conexión entre esta y la fragilidad. Así mismo, el rendimiento cognitivo y las enfermedades neurodegenerativas se relacionan con los contaminantes. No hay duda de que reducir la contaminación es una prioridad de la Salud Pública. Y pasa por un conjunto de intervenciones drásticas. Pero no siempre son bien recibidas por la población. No obstante, se trata de proteger la salud de los ciudadanos, y muy en especial, la de los más débiles. Y este hecho ha de prevalecer frente a cualquier otro tipo de interés.
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