La longevidad en Okinawa dio fama mundial a la isla hace ya décadas. Se debe a que su población tiene un porcentaje muy elevado de personas mayores. Está al sur de Japón, en un archipiélago de 161 islas que baña el Pacífico. Por cada 100.000 habitantes tiene 34 centenarios, lo que la convierte en la región con la esperanza de vida más alta del planeta.

Pero más notable aún es el buen estado de salud de los mayores. El 97% de su existencia transcurre sin ningún tipo de discapacidad. Y las enfermedades coronarias, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer, que son la primera causa de mortalidad en Occidente, ostentan allí una frecuencia muy baja. El hecho ha dado lugar a copiosas investigaciones. Una de las más notables es la del Okinawa Centenarian Study, sobre los ancianos mayores de 100 años. Se trata de un estudio longitudinal efectuado por el Ministerio de Salud japonés. 

Las claves de la longevidad en Okinawa

La investigación pone de manifiesto que el tipo de dieta es el primer factor de influencia. Es moderada en calorías y rica en vegetales, fermentados y granos integrales; con pescado y algo de cerdo. El segundo lugar lo ocupa la actividad física. Las tareas agrarias son habituales y los mayores no dejan de acudir a sus huertos mientras que pueden. La intensa relación social es el tercer componente en juego. Porque es el eje de la vida de la comunidad; a los ancianos se les respeta y son objeto de reconocimiento. Por último, el cuarto elemento es el bajo nivel de estrés. Además de un temperamento sereno, los taiwaneses tienen firmes creencias espirituales y practican la meditación, muy recomendable en cuanto a la preservación de la salud mental.

Es decir, no hay un elixir al que atribuir los muchos años. Es una fértil mezcla de hábitos de salud con la presencia de vínculos sociales. Ni tan siquiera los genes son de gran peso. Los resultados del estudio limitan su influencia a tan solo un 30%. Y así lo revela el estudio sobre los isleños que cambian de residencia. Y es que, al modificar sus hábitos, la esperanza de vida se reduce en 17 años con respecto a quienes habitan en Okinawa. La situación afecta así mismo a las nuevas generaciones, que alteran los usos y costumbres del lugar. Las cifras no dejan de empeorar. Mientras que los mayores viven sanos muchos años, los jóvenes tienen peores condiciones de salud y mueren antes. Cabe la duda de si la isla podrá perder su condición de zona azul en un futuro no muy lejano.    

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