La hipótesis de la abuela es un supuesto que pretende explicar el papel de la menopausia en la especie humana. Y es que solo las hembras del género Homo sapiens pasan por un suceso de este tipo. Se trata de un fenómeno inusual en la biología; en el resto de los mamíferos no hay nada que se le parezca. Las hembras animales que ya no se pueden reproducir mueren en un plazo de tiempo muy breve. Su ciclo biológico se corresponde con el reproductivo. Por el contrario, en las hembras humanas, el cese de las reglas supone el final de la etapa fértil; aunque solo eso, pues su esperanza de vida es mucho mayor. La menopausia tiene lugar entre los 45 y los 55 años; pero, como promedio, a la mujer le resta por vivir unos 30 años más.

Existe una única excepción a este hecho: un tipo especial de ballenas, que también vive la menopausia. Y es que el envejecimiento es un proceso que no se da en la naturaleza. El ambiente natural es un medio muy hostil para la vida. Apenas un animal pierde su vitalidad el entorno se ocupa de eliminarlo de un modo u otro. Solo en un ambiente protegido, como el creado por el ser humano, es posible vivir muchos años. Es la razón por la cual solos los animales domésticos, o los que viven en un zoológico, envejecen como nosotros.

La ciencia apoya la hipótesis de la abuela

Fue la antropóloga Fristen Hawkes quién se planteó el sentido de tal diferencia a finales de los años 90 del siglo XX. Y descubrió con ello el papel de las abuelas en la evolución humana. En realidad, el mejor modo de perpetuar los genes es a través del apoyo a las hijas. Su ayuda es esencial en la crianza de los nietos. Gracias a las abuelas, los niños salen adelante con más facilidad; por ejemplo, al recolectar comida, lo que impulsa su supervivencia. Los pequeños ya no tienen que buscarla por sí mismos; en consecuencia, se produce un alargamiento de la infancia, lo que beneficia a la especie. Y, a la vez, se eleva el número de nacimientos y aumenta la esperanza de vida.

Durante años, no han faltado los detractores de la conjetura. Se le achacaba la ausencia de datos numéricos. Sin embargo, un nuevo estudio ha venido a apuntalar la idea. Ha sido realizado por un grupo de investigadores de la universidad de York. Y las protagonistas han sido las ballenas. Según los autores, no hay lugar a dudas. La hipótesis se confirma. ¡Que no falte una abuela, o abuelo, en tu vida!

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