La paradoja de la vejez es un aspecto singular de esta etapa de la vida. La investigación demuestra que la satisfacción por la vida se incrementa a medida que se envejece. Es decir, los mayores son más felices que otros grupos de edad. El bienestar emocional hace referencia a la experiencia subjetiva de sentirse bien; es estar a gusto consigo mismo y con el mundo. Se trata de un sentimiento de satisfacción y tranquilidad y, a la vez, esencial para la salud. En un sentido amplio, se relaciona con la capacidad de adaptación a los cambios y el aprendizaje de cosas nuevas, que son dos básicos para un envejecimiento activo y saludable.

A mediados de los 90, Laura Carstensen, directora del Centro de Longevidad de la Universidad de Stanford (California), elaboró la teoría de la selectividad socioemocional. Según la psicóloga, las emociones humanas se ciñen a un horizonte temporal. Si el futuro se percibe con amplitud, tal como ocurre en la juventud, las metas se orientan a expectativas de futuro. Son ejemplos de ello instruirse, lograr un trabajo, formar una familia o consolidar una posición social. Por el contrario, si el futuro se percibe limitado, las metas de la persona se enfocan hacia aspectos más inmediatos. Buscar sentido a la vida, interactuar en sociedad o cultivar relaciones personales de relevancia son conductas muy usuales en la vejez.

Paradoja de la vejez: la felicidad aumenta

Al parecer, asumir la finitud de la vida cambia de un modo positivo las expectativas de la persona. Y los mayores cuentan con recursos suficientes para adaptarse a las nuevas circunstancias. La experiencia y la actitud positiva ante la vida contribuyen a aumentar su bienestar emocional. Los estereotipos negativos que rodean la vejez llevan a considerarla como una etapa plena de desventajas; sin embargo, numerosos estudios revelan una realidad bien distinta. El envejecimiento es un proceso que facilita la adaptación a los cambios y permite vivir con satisfacción.

La hipótesis de que el bienestar emocional aumenta con la edad se ha visto confirmada por estudios más recientes. Este video muestra a Carstensen refiriéndose a la paradoja de la vejez. La frase con que finaliza no puede ser más ilustrativa. «A mi padre, que tiene 92 años, le gusta decir: Dejemos de hablar de cómo podemos salvar a los mayores y comencemos a preguntarles cómo nos pueden ayudar«.