Dormir con calor no es fácil; si la temperatura no desciende lo suficiente por la noche, la calidad del sueño se resiente. Y, sin reposo, cuesta más afrontar las actividades diarias. En 2025, España sufre una segunda ola de calor, más larga e intensa que la vivida en el mes de junio. La Aemet anuncia su fin para el martes 12 de agosto. No obstante, a la noticia le acompaña el aviso de un nuevo episodio de ascenso del mercurio.

El riesgo es más que evidente. Porque el calor extremo no solo afecta al sueño. Los incendios se multiplican en el país y arrasan lo que la naturaleza tardó años en desarrollar. Uno de los últimos ha dañado Las Médulas, declaradas Patrimonio de la Humanidad. Además, ponen en peligro la vida tanto de los profesionales que luchan contra ellos como de las personas afectadas por la tragedia que acompaña al fuego.

Pautas que ayudan a dormir con calor

Hay variables que condicionan el sueño. Como las altas temperaturas que nos aquejan. Las maneras de combatir el calor ya las conocemos. Una es preparar la casa y el cuerpo durante el día. Y se ha de insistir en la importancia de hidratarse en las horas de luz, para evitar que el exceso de líquidos obligue a ir al baño en mitad de la noche. Las prendas de cama amplias y de algodón. Pero, si el termómetro sube, mejor prescindir de ellas. También ayuda refrescar el pecho, los brazos o las piernas con un pañuelo o trozo de tela mojado y escurrido.

Nunca es aconsejable irse a la cama sin sueño, y menos aún en noches tórridas. Por otra parte, dormir mal invita a retrasar, si se puede, la hora de levantarse. Sin embargo, el gesto tiene una contrapartida muy negativa: por la noche costará más conciliar el sueño. Pese al calor, las horas de descanso y actividad han de mantenerse lo más regulares posible. En caso contrario, las dificultades con el sueño ni harán sino aumentar.  Y eso hay que evitarlo. 

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