Estimulación cognitiva y memoria son dos términos que guardan entre sí una relación muy estrecha. Y es que el primero reúne un conjunto de procedimientos orientados a la mejora de las competencias del cerebro. La atención, la percepción, el razonamiento o la memoria hacen posible la adaptación al entorno. Y del logro de esa posibilidad depende en gran medida la autonomía de la persona. Pues bien, dichas competencias se pueden perfeccionar con programas de entrenamiento. Son actividades que, en función de los objetivos que se persiguen, se enfocan en un sentido o en otro. 

No obstante, el sistema cognitivo es un dispositivo de gran complejidad que funciona como un todo. Y ninguna acción por sí misma activa solo un área del cerebro. Un ejercicio puede estar orientado a estimular una facultad determinada, pero intervienen siempre otras que son complementarias a esta. Al actuar sobre la percepción entra en juego la atención; así mismo, la memoria se ve mediada por el razonamiento y el lenguaje. De lo que no hay duda, es que la estimulación cognitiva, al impulsar la actividad mental, mejora el funcionamiento de la memoria. Por otra parte, dado que pone en marcha habilidades de signo muy diverso, afianza la capacidad intelectual de quienes la practican de un modo regular. 

Beneficios de la estimulación cognitiva 

Las capacidades cognitivas sufren un descenso gradual con el paso de los años. Se trata de un declive análogo al del resto de funciones del cuerpo humano. El cerebro envejece, al igual que otros órganos; su tamaño se reduce y las conexiones entre sus neuronas se debilitan. Pero la velocidad del declive se puede mitigar. La clave está en el uso constante del cerebro; hay que ejercitarlo, como si se tratara de un músculo más. En el caso de la memoria, la dificultad no emana tanto de las modificaciones que se producen en la vejez como de la falta de actividad mental. La teoría del desuso señala que las capacidades que más declinan con la edad son aquellas que no se utilizan lo suficiente; en otras palabras, responde al principio de que lo que no se usa se pierde.   

Por esta razón el entrenamiento de la mente es hoy un empeño de muchas personas que han traspasado ya la frontera de los 60 años. Y aumenta día a día el número de los mayores que atiende al cuidado de sus competencias intelectivas. Y muy en especial de la memoria, que es la facultad que más se resiente con el paso del tiempo. Que su vigor no decaiga depende más del interés por mantenerla en una buena forma que de la edad que se ha cumplido. Estimulación cognitiva y memoria son dos conceptos que han de ir de la mano a lo largo del proceso de envejecimiento

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