Los patrones de convivencia familiar han variado con respecto al pasado más reciente. El cambio social ha sido muy intenso en las últimas décadas y de él emanan nuevos modelos de vida en común. La familia extensa desapareció hace ya tiempo. Y no es frecuente que distintas generaciones convivan hoy bajo el mismo techo. La familia nuclear, más reciente, también ha sido sustituida en gran parte por nuevos tipos de unión.

Por un lado, ha aumentado el número de familias monoparentales; suelen estar formadas por la madre o bien, aunque con una menor frecuencia, por el padre y uno o más hijos. Por otro, crecen las familias reconstruidas que, junto a los hijos comunes, reúnen a los de uniones previas de uno o ambos cónyuges. Así mismo, donde la ley lo permite, como en el caso de España, están las familias homoparentales con o sin descendencia. Cualquiera de estas modalidades se puede dar, además, con personas de distintas nacionalidades. De igual modo, a las parejas de hecho se les considera como una unión familiar más.  

Patrones de convivencia familiar: más justos y libres  

El parentesco ya no es el único lazo que inclina a la convivencia en común. La consanguinidad ha perdido peso frente a los vínculos emocionales y afectivos. El matrimonio dejó de ser una unión indisoluble, con lo que la relación entre sexos es más afín; la mujer desempeña nuevos roles, tanto en el orden familiar como social; el papel de la infancia y la juventud difiere en gran medida del de antaño. En conjunto, se ha producido un cambio de valores que ha hecho de las relaciones de familia un vínculo más justo e igualitario. Y el resultado es un tipo de convivencia más libre que en el pasado.

Como no podía ser menos, el colectivo de mayor edad también se ha visto afectado por el giro. Las mejores expectativas en materia de salud y a nivel sociocultural y económico elevan su aprecio por la autonomía y la independencia. Y hasta los mayores adoptan formas de convivencia no conocidas en nuestro medio hasta fechas recientes. Las viviendas compartidas en la vejez son un ejemplo de ese modo de vida. El cambio en el perfil de los mayores es muy hondo en el entorno urbano, pues hay más garantías a la hora de lograr un envejecimiento activo. Por el contrario, en el ámbito rural, no lo es tanto. Y es que la dispersión de población puede ser un obstáculo en cuanto a la atención que se precisa en la vejez.

La imagen pertenece a una obra de Antoine Le Nain. (Francia, 1599-1648)

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