Las viviendas compartidas en la vejez son un modelo de vida alternativo a las residencias para las personas mayores. En los últimos años se ha producido una evolución de gran calado en el perfil de quienes llegan a la edad de jubilación. Y es que hoy se envejece en mejores condiciones de salud; así mismo, los niveles socioculturales y económicos son mucho más elevados que en otros tiempos. Estas transformaciones no son sino el resultado del intenso cambio social de las últimas décadas.

A los mayores actuales ya no se les ve como personas que están malhumoradas o enfermas y que son pasivas o dependientes, tal como ocurría en el pasado. Y es que el cese de la actividad laboral no implica indiferencia hacia la vida. Las propuestas para ocupar el tiempo libre disponible son cada vez más variadas y estimulantes. Entre otras, la gran oferta en materia cultural y educativa, un hecho que ha contribuido a modificar en gran medida la imagen de la sociedad sobre la vejez

Viviendas compartidas en la vejez: un modelo con futuro.

Los mayores actuales ofrecen un perfil muy activo y dinámico. Son muy proclives a mejorar sus condiciones de vida y las intentan adaptar a sus deseos y preferencias. Y esta circunstancia supone un gran cambio en cuanto al modo de entender la vejez. Vivir con otros es un tendencia en alza y un ejemplo de ello. Se trata de comunidades con hogares independientes, pero que comparten zonas y servicios comunes. En inglés se denominan cohousing senior. El origen del modelo se remonta a los países nórdicos en la década de los 80. Y tanto en Estados Unidos como en Canadá son un modelo que está muy consolidado.  

En España, este modo de vida es una iniciativa que apoya la UDP. Las siglas perteneces a la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España, una organización sin ánimo de lucro que representa la confederación de mayores más grande del país. Las organizaciones adheridas son más de tres mil y el número de los asociados supera el millón y medio. En abril de 2015, la entidad publicó un amplio informe al respecto. Los resultados de la encuesta muestran que cuatro de cada diez mayores (41,4%) considera las viviendas compartidas en la vejez como una alternativa. En España son aún pocas las experiencias en este terreno. El desarrollo es complejo y precisa un firme apoyo de las administraciones públicas. Sin embargo, las agendas políticas no contemplan hoy por hoy la inclusión de tal proyecto. Es de esperar un pronto giro de rumbo que haga su logro más fácil.  

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