El consumo moderado de alcohol no es un hábito saludable. La creencia de que las bebidas alcohólicas de baja graduación, como el vino o la cerveza, son beneficiosas está muy arraigada; sin embargo, se trata de una creencia alejada de la realidad. El alcohol es una sustancia tóxica que tiene capacidad adictiva. Y, según la OMS, es un factor de riesgo de muerte prematura y discapacidad. El 25% de los fallecimientos del grupo de edad entre 20 y 39 años se atribuyen al consumo de alcohol.

Las críticas ante los mensajes del efecto saludable del alcohol no dejan de crecer. Y es que la evidencia en contra de tales argumentos no pueden tener más peso. No obstante, pese a las sólidas pruebas que revela la investigación, aún son muchos los profesionales que recomiendan su consumo. La polémica ha llevado a la SEMFYC (Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria) a difundir un comunicado al respecto.

Consumo moderado de alcohol: excesivos intereses económicos

No hay organismo ni institución sanitaria que reconozca términos como consumo moderado o consumo responsable. Por el contrario, es la industria del alcohol quien apela a ellos en su publicidad. No existe una cantidad de alcohol recomendable. Tampoco un consumo sin riesgo, por bajo que este sea. El consumo moderado de alcohol es un engaño de la publicidad. La propia SEMFYC señala: Nos gustaría decir que el consumo de ciertas cantidades de alcohol en determinados contextos y situaciones por amplia capas de la población es compatible con una vida saludable y placentera pero, lamentablemente, no existe un umbral de consumo seguro, ni mucho menos beneficioso para la salud.

Pero el interés económico prima sobre el interés por la salud. Los nutricionistas Julio Basulto y Juan Revenga llevan años denunciándolo. Este último, en su blog, señala los fondos que se destinan al impulso del negocio del vino. Por su parte, la industria cervecera no deja de organizar actos que, bajo la apariencia de apoyo al deporte, promueven la venta de sus productos. Y no es fácil contrarrestar actuaciones de este tipo. Solo una apuesta firme por la Promoción de la Salud paliaría sus efectos. Mientras tanto, no queda sino denunciar el problema y exigir la implicación del estamento sanitario.

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