Morir con dignidad es un concepto difícil de definir, ya que encierra valores y creencias de naturaleza muy compleja. La certeza sobre el final de la vida acompaña siempre al ser humano y forma parte de su biografía. Y puesto que vivir con dignidad es un derecho reconocido por la ley, ¿no debería extenderse este a su último momento? Pero la defensa de la propuesta no es unánime, pese a contar con un gran apoyo en la sociedad. El consenso sobre el escenario ideal al final de la vida es amplio: en el propio hogar, con sosiego, sin dolor, junto a los seres queridos y en medio de un sereno sueño. Sin embargo, el acuerdo sobre qué factores ennoblecen la muerte da origen a profundas divergencias.
Hoy es posible morir sin un sufrimiento extremo; al menos, es así en los países con un mayor desarrollo socioeconómico. Pero la muerte no deja de ser un gran tabú. La senectud y la enfermedad parecen no tener cabido en la sociedad. Y un nivel asistencial más y más sofisticado contribuye a agravar el problema. A menudo, el resultado es un ensañamiento terapéutico no solo infructuoso, también indigno. Cada vez es más urgente saber diferenciar entre lo técnicamente posible y lo éticamente aconsejable. Y el debate sobre los límites de la medicina permanece, tal y como escribí en su día.
Morir con dignidad: cambio demográfico
Por otra parte, los medios ponen de relieve un creciente y grave problema: la muerte de ancianos solos, según se puede ver en este enlace. El cambio demográfico modificó hace ya tiempo la estructura familiar más tradicional. Y el número de mayores que carece de familia que les atienda no deja de crecer. Ante la grave situación, urge tomar medidas que pongan en marcha los dispositivos de ayuda que se requieren.
Un modo de vida donde prima el individualismo lleva a veces a ignorar quienes son nuestros vecinos. Reino Unido lo considera un problema de salud pública. La vejez en soledad se multiplica y la labor de las ONGs no puede ser la alternativa. Proteger a la población mayor más vulnerable es un deber de las administraciones públicas. Por desgracia, noticias como esta indican que el hecho no está aún al alcance de la mano.
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