Toca hacer balance sobre qué hemos aprendido de la pandemia. Ha pasado un año y los medios se hacen eco de su llegada; otra cosa es el acuerdo sobre si lo aprendido es poco o mucho. Es de suponer que depende del modo en que cada cual ha sabido, o podido, aprovechar la lección. Las quejas no faltan. Y en lo que se refiere a la fecha de declaración de la pandemia, las críticas llegan a la misma sede de la OMS.  

Pese al tiempo transcurrido, no es poco lo que se ignora. Hay quien deja la puerta abierta a bulos y conjeturas de lo más estrafalarias. Pero hay que acudir a fuentes con solvencia. Es la ciencia la que ha de indagar en los datos que faltan. Entre otros, saber cómo el virus llegó a los humanos; por qué mata a unos y no daña a otros; qué ocurre con las nuevas variantes; cuánto tiempo más se usarán las mascarillas. En fin, la lista de dudas por resolver es amplia. Pero no hay que caer en el desánimo. Si de algo no hay duda es de que se sabe mucho más del SARS-CoV-2 que hace tan solo un año. Y, aunque no lo parezca, es un gran paso. 

Aprovechar lo que hemos aprendido de la pandemia 

El comienzo fue el cierre de los centros de mayores. Pero lo peor estaba por llegar. La Covid-19 se cebó con los más vulnerables: las generaciones de la posguerra. Las despedidas sin abrazos se multiplicaron. El mundo se frenó en seco. Cesó el trato, se echó el cierre al contacto. Pero si algo sabemos los mayores es adaptarnos a lo que nos toca en suerte, bueno o malo. Y aprendimos a vivir de otro modo. A usar más el teléfono, a hacer videollamadas, a servirnos de la tecnología. No había alternativa. En consecuencia, la brecha digital se ha reducido. Una ventaja; no hay duda.      

También está la vacuna, otro motivo de optimismo. La evidencia de los buenos resultados de su uso no deja de crecer. El ejemplo de las residencias geriátricas es de celebrar. Los contagios han caído en picado. No obstante, no hay que bajar la guardia. Se impone el cuidado de la salud: la actividad física, la alimentación, el sueño, sin que falte el contacto social. Lo mejor, al aire libre, en espacios abiertos. Si no es posible, a través de una pantalla; para disfrutar de lo aprendido a lo largo de un año. 

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