Los estudios que señalan que la actividad física habitual favorece la calidad de vida en la vejez son muy copiosos. Sin embargo, las personas mayores son el grupo de edad que menos ejercicio hace. Y es preciso modificar ese hecho. No obstante, juega en su contra una opinión muy extendida. Se trata de la falsa idea de que no es posible que los mayores cambien sus hábitos. Además, se piensa que todo lo relacionado con la salud aporta ya muy pocos beneficios en esta etapa. Y no es así.
Para mejorar la salud, no hay nada igual que moverse más. No importan los años que se tengan. Lo contrario no es sino una creencia que forma parte de los muchos estereotipos que rodean la vejez. Lo peor es que a veces los propios mayores los hacen suyos. La evidencia muestra que la actividad física se puede practicar a cualquier edad. Y no solo eso, es que son grandes sus beneficios. El sedentarismo perjudica la salud. Y mucho más en la vejez. A los daños que provoca la inactividad se le suman los derivados del declive funcional de esta etapa.
Actividad física: un hábito primordial
La actividad física no está nunca contraindicada; en cualquier caso, se ha de acomodar a las características de cada persona. Los años no deben ser un obstáculo para el cambio de comportamiento. Se ha comprobado que los hábitos saludables favorecen el envejecimiento activo. Además de reducir las pérdidas funcionales, protegen contra el deterioro psíquico. Existe un acuerdo muy amplio en que la actividad física es la mejor terapia no farmacológica contra las patologías que amenazan la vejez.
Por actividad física se entiende desde un simple paseo a cualquier tipo de práctica deportiva no competitiva. La natación, la marcha, el ciclismo o la gimnasia, entre otros, son ejemplos de ello. Para hacer actividad física no es preciso ser un atleta. Un paseo al día, cuya duración se puede incrementar poco apoco, es buen comienzo. Y la compañía de conocidos o amigos lo hace más agradable. Elegir el momento más apropiado depende de las preferencias y los gustos de cada cual. Lo importante es lograr que su práctica se consolide y se convierta en un hábito más, de modo que sea inseparable del resto de quehaceres cotidianos.
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