No te dejes llevar por los estereotipos, la demencia senil no existe. Es un concepto rancio que ya se quedó atrás. La Neurociencia lo rebate una y otra vez y la evidencia lo niega; sin embargo, en el plano coloquial aún se usa. Y es un gran error. Se trata de una más de las falsas creencias en torno a la vejez, que no son pocas. Entre otras, que los viejos están siempre de mal humor; que no se puede debatir con ellos, por su intolerancia; que apenas se mueven o que no tienen ilusión por la vida. Oír frases como estas no es inusual, pero hay que luchar contra el edadismo. Por suerte, la mayoría de la población no llega tan lejos. De un modo u otro, la sociedad sabe que el perfil de los mayores de hoy tiene poco en común con esa visión

Hay otros tipos de daño, pero nunca demencia senil

Y es que el término implica un tipo de dolencia que es fruto de la edad. Y no existe como tal. La vejez y la enfermedad no son sinónimos. Sí es verdad que, a medida que se cumplen años, es más probable que surjan enfermedades. Aunque no es un destino obligado. A lo largo de muchos años, se asoció el declive funcional propio de la vejez al deterioro psíquico. Hoy, por el contrario, se sabe que no es así. Y no solo eso, sino que la ciencia da paso a la esperanza.  

La demencia se puede prevenir, porque no tiene una única causa, sino muchas. Entre otras, la falta de un entorno rico en estímulos que mantenga activa la menteEn este sentido, hay que recordar que el cerebro es un órgano plástico. Y esa característica abre la puerta a su buen mantenimiento. Actitudes como llevar un estilo de vida sano, con buenos hábitos de alimentación, de actividad física y de sueño; procurar unas dosis de relación social a través de familiares, amigos o conocidos; no perder el interés por lo que nos rodea y tener planes y deseos son el mejor modo de mantener las capacidades cognitivas en forma. 

 

 

 

 

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