El ritmo de la senectud es el título de una monografía editada por la Fundación General CSIC. Recoge las contribuciones de los participantes en el II Encuentro de Investigación Interdisciplinar sobre Envejecimiento, que tuvo lugar en los cursos de verano que organiza la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El interés por el estudio del envejecimiento no hace sino crecer. La comunidad científica intenta desvelar las claves de un fenómeno singular en la historia. Y es que cada vez vivimos más; no hay duda de ello. Por el contrario, el grado de acuerdo sobre si se vive también mejor no es el mismo. Y la ciencia lo quiere averiguar. Pero es un asunto complejo en el que intervienen multitud de factores. Se trata de desvelar cuáles son los primordiales.
¿Es cierto que se frena el ritmo de la senectud?
Al parecer, el paso de los años es más lento que antes. Y lo es hasta tal punto que ciertos investigadores sostienen que, en vez de envejecer, rejuvenecemos. Sin necesidad de llegar tan lejos, la visión sobre el futuro de la vejez es optimista; al menos, en líneas generales. El envejecimiento es un logro que entraña grandes retos. Y el futuro de la humanidad depende en gran medida de que se superen con éxito.
Como es lógico, las preguntas se suceden. ¿Cuánto se puede retrasar el reloj biológico? ¿Cuál es el límite de la vida? ¿Cómo prevenir la fragilidad en la vejez? ¿Envejecen igual las mujeres y los hombres? ¿De qué modo influirá el mayor nivel de instrucción en las generaciones futuras? ¿Se esconde en los genes de los centenarios el secreto de la buena vejez? ¿Es la actividad física tan esencial como parece? ¿Alarga la vida la restricción calórica? ¿Son decisivos los estilos de vida? ¿Hasta dónde puede ayudar la tecnología a la vejez? ¿Cuánto influye el medio en la calidad de vida? ¿Y la trayectoria vital?
En fin, son un conjunto de interrogantes que no tienen una respuesta inequívoca. Sin embargo, no hay duda de que allanan el camino para hacer de la vejez una etapa más activa. El envejecimiento ofrece hoy unas oportunidades bien distintas a las de las generaciones que nos precedieron. Y poder disfrutarlas ya es bueno en sí mismo.
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