La televisión favorece el sobrepeso. La afirmación suena rotunda, pero se basa en razones contrastadas. El sedentarismo se ha convertido en un importante riesgo para la salud. El 6% de las muertes del mundo se imputa a sus efectos. El hecho de ver televisión en exceso se une a la inmovilidad: nadie camina mientras la mira. Y, a mayor inactividad, el problemas se intensifica. Además, la televisión fomenta el consumo de comida rápida, que es una práctica no saludable. Cuando se atiende a la pantalla es más fácil abusar de los helados, los aperitivos ricos en grasa y sal o los refrescos con azúcar sin que nos demos cuenta.
Por el contrario, tomar una ensalada, por ejemplo, necesita un cierto grado de preparación. Por sencilla que sea, quita tiempo de visión al programa que se ve. Y hay quien evita esta circunstancia a toda costa. Ver televisión en exceso dificulta mantener unos buenos hábitos alimentarios. Conviene no olvidar que una alimentación sana no depende solo de lo que se come. Incluye, así mismo, el tiempo dedicado a la elección y la compra de alimentos, así como su elaboración y presentación en la mesa. Según los expertos en evolución, cocinar nos hizo humanos.
La televisión favorece el sobrepeso: algunas alternativas
La falta de actividad física en niños y jóvenes es un grave problema que va en aumento. Pero no les afecta solo a ellos, sino a todos los grupos de edad. La OMS recomienda a toda la población que incremente el grado de actividad física. Y por supuesto a los mayores. No hay que dedicar a la televisión más horas de las deseables, que siempre han de ser pocas. Lo ideal es rechazar su extensa oferta y elegir solo ciertos programas. Algunas personas la suelen tener siempre encendida. Y no es una buena costumbre. Es mejor escuchar un programa de radio o música agradable, que permiten hacer otras actividades a la vez.
Considerar la televisión un modo de pasar el tiempo no es una buena opción. Enriquece más la relación con otras personas, hacer actividad física, participar en un club de lectura o mantener la mente activa, entre otras posibilidades. Por supuesto, ninguna de ellas tiene por qué ser exclusiva. Y menos en el medio urbano, en el que la oferta de actividades es muy variada y se puede elegir en función de los gustos y preferencias de cada persona.
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