Una poeta ha sido premio Cervantes 2019, se llama Ida Vitale y es uruguaya. Lo recibió el 23 de abril en Alcalá de Henares, como cada año. Según el jurado, su obra es “… una poesía, al mismo tiempo, intelectual y popular, universal y personal, transparente y honda». Nació en Montevideo, en 1923. Su madre murió siendo ella muy niña; se crió con su abuela, en una casa llena de tíos y tías. Los sábados debía limpiar el escritorio de los libros y a ello atribuye su pasión por la lectura. Comienza a estudiar Derecho pero inauguran la Facultad de Letras y lo deja por Humanidades. Allí conoce a José Bergamín, su gran maestro, exiliado en Uruguay entre los años 1945 y 1954. Fue el padrino de su boda con el crítico literario Ángel Rama, del que más tarde se separa; con él tuvo dos hijos, Amparo y Claudio.
En 1973, un golpe de estado la lleva a abandonar el país. Con 50 años se traslada a Méjico con su segundo marido, el poeta Enrique Fierro. “Se está más preparada para una operación quirúrgica que para el exilio”. En 1985 regresan a Montevideo. Pero el retorno no es grato. «Una ciudad no perdona a aquel que se aleja por largo tiempo». Y en 1989 marchan de nuevo con rumbo a Austin (Texas), en Estados Unidos. Tenía 66 años y allí ha permanecido casi 30 más. En 2016 muere su marido. Su último libro, «Shakespeare Palace», es en cierto modo un homenaje a él. «Muertos que se nos siguen muriendo… muertes-río. La obra refleja el exilio de ambos en Méjico. Estaban tan unidos que esa época de su vida la recuerda en primera persona del plural. El pasado otoño regresó a Montevideo, donde viven sus hijos.
Una poeta ha sido premio Cervantes a los 95 años
Debió recibir el premio más joven. Pero la poeta hace honor a su apellido. A los 95 años, es difícil mostrar la vitalidad de la que sin querer hace gala. Admiran su educación y sus exquisitos modales. Pero su amabilidad y su cercanía despiertan aún más asombro. Es una persona entrañable. Lo comprobé a los tres días de la entrega del premio. La universidad de Alcalá le organizó un homenaje abierto al público. Los estudiantes le preguntaban y ella respondía con una gran agudeza. No puede ser de otro modo. Ida Vitale hace magia con las palabras y las hace volar de un sitio a otro. «Las palabras son nómadas; la mala poesía las vuelve sedentarias».
Recomienda la lectura de Pérez Galdós y Rubén Darío; y del primero, sobre todo, los «Episodios nacionales». Los leyó de muy joven y conoció con ellos nuestro país. Asegura que el secreto de una larga vida es tener proyectos, no demasiado aparatosos, y comer poco. Como experta en exilios, le preguntaron. ¿Qué sintió al volver a ver a quienes había dejado en Montevideo? Y, sonriendo, contestó con gracia. Debido a mi edad, por razones ajenas a mi voluntad y supongo que también a la de ellas, no encontré a muchas de las personas que dejé al salir. ¿Se puede tener un mayor sentido del humor? Vive sola, rodeada de libros y fotos. «A veces la memoria canta, a veces murmura». Pero Ida Vitale no puede estar más activa: recibe premios y viaja sin cesar. ¡Ojalá que viva así de feliz mucho más tiempo!
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