Una alimentación sana en la vejez no tiene por qué ser muy distinta a la del resto de edades. Y, por supuesto, su importancia es la misma en cuanto a beneficios. El peso de la alimentación en el bienestar y la salud está fuera de toda duda. Sin embargo, pese a la evidencia que muestra la ciencia, el modo en que comemos es cada vez menos sano. El uso de los alimentos procesados no deja de crecer. Y unos hábitos sanos se han de basar en platos lo más naturales posibles.
Eso no quiere decir que cada cual ha de cultivar lo que come. Pero sí elegir productos con un menor grado de transformación. En este sentido, existe una regla de oro. Se trata de no consumir la comida que tu abuela no hubiera tomado o, en todo caso, cuanto menos mejor. No por una cuestión económica, sino porque no existía. La fórmula no puede ser más sencilla. Las legumbres, las verduras y hortalizas o las frutas han estado siempre ahí. No así el sin fin de comida, que no de alimentos, que hoy se ofrecen en las tiendas que nos surten.
Pautas para una alimentación sana en la vejez
. Anteponer el consumo de alimentos de origen vegetal al animal.
. Aumentar la cantidad de fibra en la dieta con alimentos integrales en el caso del pan, cereales o harinas.
. Tomar todos los días verduras u hortalizas.
. Comer legumbres 3 o 4 veces a la semana.
. Ingerir cada día no menos de 2 o 3 piezas de fruta.
. Preferir el pescado a la carne en lo tocante a proteínas.
. Incluir algún tipo de lácteos como fuente de calcio.
. Evitar en todo lo posible el uso de azúcar, bollería y dulces, incluso si se han hecho en casa.
Por último, hay que saber que lo de los superalimentos es un absurdo y las dietas milagro no existen.
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