David Attenborough es un gran amante de la naturaleza. Ha hecho de la divulgación científica su razón de vivir, tal como muestra en la multitud de documentales que rodó a lo largo de su vida. Nació en 1926, en Londres (Reino Unido). Y se inclinó por el estudio de las Ciencias Naturales, que le apasionaban desde muy niño. Durante más de 50 años trabajó para la BBC, a la que puso a la cabeza de la producción de documentales. En 1979, más de 500 millones de personas vieron la serie Life on Earth.
Su labor en pro de la difusión del conocimiento es enorme. No hay un aspecto de la vida por el que no se haya interesado a lo largo de su carrera, que no es por cierto corta. En su 80 cumpleaños se fue a las Islas Galápagos a filmar a las tortugas gigantes. Su defensa del medio ambiente ha sido reconocida en todo el mundo. Entre otros galardones, en 2009, recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales por su contribución al conocimiento y conservación del planeta. Alertó del problema de las emisiones del CO2 antes que nadie. Y ahí sigue, exponiendo tantos las razones de por qué los jóvenes protestan contra el cambio climático, como las del récord de temperaturas extremas.
El discurso de un gran amante de la Naturaleza
El 2 de noviembre intervino en la Cumbre del Clima de Glasgow. Su discurso fue claro: hay que actuar ya. Según él, la emergencia climática se reduce a una cifra: la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera… Y es que es la medida que determina la temperatura del planeta. La temperatura global no ha variado más de un grado arriba o abajo a lo largo de la historia. Pero ya no es así… La quema de combustibles fósiles se produce a un ritmo sin precedentes. Tenemos un problema. Y no lo sufrirá una generación futura, sino los jóvenes de hoy. Debemos aprovechar la oportunidad para crear un mundo más igualitario… La temperatura no debe subir más de 1,5º C… Si por separado somos una fuerza capaz de desestabilizar el planeta, trabajando juntos podemos ser lo suficientemente poderosos para salvarlo.
Pero falta consenso sobre el modo de proceder. Pese a lo alarmante de la situación, el resultado de la cumbre es decepcionante. Y donde algunos ven un éxito, muchos ven un fracaso. Mientras tanto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterrez, pone el foco en el problema real: la desigualdad. Solo a través de un cambio de modelo económico y productivo, con un mayor peso de lo público a escala global, se puede empezar a paliar o frenar el camino a la hecatombe. Qué duda cabe de que se trata de una cuestión que nos afecta a todos. Y cuya solución no es sencilla.
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