«Hay que comer de todo» es un mensaje de la industria alimentaria para apoyar sus productos. De un modo más o menos explícito, una gran parte de la publicidad hace referencia a esta norma. El lema «no existen alimentos buenos o malos, lo importante es su frecuencia de consumo», también es habitual; alude a la conveniencia de incluir en la dieta todo tipo de alimentos. Sin embargo, ambos mensajes inclinan hacia el consumo de productos muy poco saludables. Y raras veces se suelen relacionar con la amplia variedad de verduras, hortalizas y frutas que se encuentran en el mercado.
El apoyo económico de la industria alimentaria a la investigación nutricional se encuentra en entredicho cada vez más. Y se denuncia la falta de independencia de los estudios bajo su patrocinio. Y es que es difícil ser juez y parte al mismo tiempo. De igual modo, se critican los convenios de colaboración entre las empresas y la administración sanitaria. El nutricionista Juan Revenga ha puesto de relieve la anomalía de tal estrategia. Las tasas de obesidad no cesan de aumentar y es una epidemia a nivel mundial. La aparición de novedades alimentarias, con un perfil nutricional pésimo, se relaciona muy estrechamente con ello.
Hay una oferta creciente de productos de fácil acceso y agradable consumo, altamente procesados, con elevadas cantidades de sal, grasas malsanas o azúcar. Esta circunstancia, unida al sedentarismo, empeora paso a paso la salud de la población. El problema afecta a todos los grupos de edad, pero es aún más acusado en la infancia. En esta etapa se adquieren los hábitos alimentarios, que son esenciales para la vida adulta. Julio Basulto, un nutricionista comprometido así mismo con el cuidado de la salud, no cesa de resaltar su importancia.
Comer de todo: ¿qué ocurre con los mayores?
Las personas mayores conservan mejor que otros grupos de edad un modelo alimentario tradicional. El lema hay que comer de todo, parece no ir con ellos. No obstante, también se ven afectadas por unas elevadas tasas de sobrepeso y obesidad. La situación indica que un porcentaje elevado de los mayores necesita por lo tanto mejorar sus hábitos con respecto a la alimentación. Hace tiempo que desde el ámbito de la Nutrición se está desacuerdo con la pirámide alimentaria en vigor. Frente a ella, la imagen que acompaña a esta entrada ofrece unas pautas fáciles de entender y, en consecuencia, de practicar. Su promotora es la Escuela de Salud Pública de Harvard, un organismo de gran prestigio a nivel internacional. Sus patrones nutricionales se basan en la evidencia científica y son, así, probadamente saludables. ¡Buen aprovecho!
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