El declive de la memoria es una queja frecuente entre las personas mayores, pues su funcionamiento empeora con el paso de los años.
A veces, recordar hechos recientes o nombres de objetos, personas o lugares puede ofrecer dificultad. No obstante, se trata de un proceso de carácter benigno propio de la edad avanzada. Son muchas las investigaciones que han puesto de relieve que el envejecimiento conlleva una menor eficacia de la memoria. Por fortuna, está demostrado que el problema se puede atajar.
El declive de la memoria puede ralentizarse
La estimulación cognitiva es una herramienta muy eficaz para mejorar las capacidades que declinan con la edad. En ocasiones, el problema deriva de un entorno pobre en estímulos. Con el paso del tiempo, se suelen restringir las actividades que requieren una dosis extra de responsabilidades y atenciones. Esta circunstancia aparece sobre todo con el retiro laboral. Por ello es importante buscar una alternativa para ocupar el tiempo libre que deja la jubilación. Las mujeres mayores que no han trabajado fuera del ámbito doméstico corren el mismo riesgo. Cuando los hijos se independizan y abandonan el hogar familiar se da una disminución de las tareas que requieren así mismo más organización y trabajo. Con el entrenamiento cognitivo se superar la amenaza. Y realizar la actividad en grupo la hace aún más atractiva.
Según la OMS, el envejecimiento activo es un proceso que se apoya en cuatro pilares: la salud, la participación comunitaria, la seguridad y el aprendizaje a lo largo de la vida. La calidad de vida en la vejez depende en gran medida de su disfrute. Cuidar la salud, mantener una vida social activa y contar con los recursos que se precisan son elementos esenciales en este sentido. Por otra parte, el aprendizaje a lo largo de la vida tiene probados efectos benéficos a nivel cerebral. Emprender nuevos aprendizajes contribuye a evitar el declive de la memoria; tan solo se requiere adecuar su grado de dificultad a las distintas características de cada cual.
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