El país más saludable del mundo, según un reciente informe internacional, es España. Lo afirma Bloomberg, una compañía estadounidense, con sede en Nueva York, que proporciona datos informativos a empresas financieras. El informe que pone a los españoles a la cabeza de la salud mundial lleva por nombre Bloomberg Healthiest Country Index. La edición anterior, publicada en 2017, nos situó en el sexto puesto. En la actualidad, tras desbancar a Italia, pasamos a ocupar el primer lugar de los países que incluye el índice. Una muestra, por otra parte, que solo tiene en cuenta los territorios que disponen de datos ratificados. En 2018, se analizaron 169 países, con un volumen de habitantes superior a los 300 millones.
El informe asigna un total de puntos en función de diversas variables. Factores como la esperanza de vida, la calidad de la atención sanitaria o el acceso al agua potable suman puntos; por el contrario, el sedentarismo o el tabaquismo, grandes problemas de salud pública, los restan. En el caso español, el informe destaca que, en 2040, seremos el país con mayor esperanza de vida; subraya, asimismo, la reducción de muertes por enfermedades cardiovasculares y cáncer en la última década; no olvida los beneficios de la dieta mediterránea y tiene en cuenta la eficiencia del servicio público de salud. Tras evaluar el conjunto de los datos, España obtiene una puntuación de 92,7 sobre 100. Se trata sin duda de una clasificación destacable; en consecuencia, Bloomberg nos considera el país más saludable del mundo.
Pero, ¿somos realmente el país más saludable del mundo?
Todos los medios de comunicación se han hecho eco de la noticia con entusiasmo. Prensa, radio, televisión y redes sociales celebraban la información. Sin embargo, hay voces discordantes que invitaban a reflexionar sobre la realidad que se oculta tras los datos. ¿Realmente somos los españoles los más sanos del mundo? Es difícil de creer. En primer lugar, no es igual esperanza de vida que esperanza de vida saludable. Cantidad y calidad de vida no son lo mismo. Y en este sentido, aún queda camino por recorrer. De la misma manera, el descenso de enfermedades que observa Bloomberg no se refleja en la Encuesta Nacional de Salud de 2017. Los hábitos saludables no se prodigan entre la población; además, la dieta que consumimos se aleja cada vez más de unos patrones sanos.
Los problemas del sistema sanitario son muchos. Las críticas por su deriva actual no dejan de aumentar. Y surgen tanto a nivel personal como colectivo. El impacto del sistema sanitario en la esperanza de vida y el nivel de salud de la población es limitado. Esta circunstancia ya se manifestó de un modo muy didáctico, y crítico a la vez, en el informe anterior, como se puede ver aquí. Es un hecho comprobado que solo un pequeño porcentaje del nivel de salud es atribuible a esta causa. El resto obedece en mayor medida a factores sociales y ambientales. La entrada de este blog también mostró una perspectiva poco complaciente con los datos de Bloomberg. Recomendamos su lectura pues, conviene no olvidarlo, las desigualdades sociales se han incrementado en los últimos años. A pesar de lo que dice el informe, aún queda mucho por hacer en materia de salud.
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