La crisis de las pensiones es un asunto en boga, ya que su alcance a nivel personal, sociocultural y, cómo no, económico, es grave. Los medios de comunicación advierten de que el Fondo de Reserva de la Seguridad Social se agota. Y las preguntas acerca de la financiación de los pagos no cesan, aunque las respuestas distan mucho de ser unánimes. Al parecer, parte de la población opina que el sistema no es sostenible. Hay que recurrir a los planes privados, señalan con no poco interés las entidades financieras. Y no faltan quienes afirman que es cuestión de voluntad política. No hay duda de que se trata de un asunto controvertido y de que el modo en que se analiza condiciona la solución.
El enfoque más común es achacar las dificultades al aumento de la esperanza de vida y el descenso de nacimientos. Desde este enfoque, la salida de la crisis pasa por incrementar los periodos contributivos, reducir el gasto y fomentar la natalidad. Son muchas las voces que aseguran que con estas medidas el futuro de las pensiones no sería un problema. Y, a fuerza de repetirlo, la creencia se extiende.
Algunos datos sobre la crisis de las pensiones
Uno de los argumentos al uso sobre la inviabilidad del sistema es que, una vez agotado el fondo de reserva, no es posible que se mantenga en pie. Y la premisa que lo sostiene es su falta de capacidad de financiación. Sin embargo, no se mencionan las causas que hay detrás de esa merma, que obedece en su mayoría a gastos ajenos a la Seguridad Social. También se apunta a que el soporte de las pensiones depende del número de trabajadores en el futuro. Y es cierto que el equilibrio de las finanzas deriva de que gastos e ingresos se igualen; no obstante, se debe tener en cuenta que su sostén no es el resultado directo del número de las personas que trabajan, sino de a cuánto asciende su rendimiento. Y la productividad es hoy mayor que nunca. Además, ¿es la cotización la única fuente de financiación de las pensiones?
Por último, se alude a que el porcentaje del Producto Interior Bruto que se destina a ellas debería aumentar aún más en el futuro. Pero, las proyecciones no parecen amenazar el sistema; incluso, pese al incremento de pensionistas que se espera a partir de 2020. No son pocos los países de Europa, que se sitúan muy por encima de España en cuanto a gasto social. Y que sus economías no se resienten es un hecho. En resumen, la supuesta crisis de las pensiones se ha de atajar con medidas de índole política para garantizar la vigencia de estas. De lo contrario, se vendría abajo el principio de generosidad entre generaciones que ha regido a lo largo de la historia. Y, en tal caso, las pérdidas a nivel humano serían inadmisibles.
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