Pocas veces ha sido más necesario que ahora resistir a la adversidad. El mundo se enfrenta a una situación insólita a consecuencia de la crisis por COVID-19. La preocupación se extiende en la población y no es fácil hallar el punto de equilibrio entre la calma y el miedo. Por eso, es importante acudir a fuentes de información con garantías. Y es que los bulos se extienden por doquier. No hay que suponer que todos los mensajes que nos llegan son ciertos; en su mayor parte, no suele ser así. Gracias a que hay webs que contrastan su veracidad. Y sirven de ayuda.
En medio de la inquietud, se oye cada vez más hablar de la resiliencia. Es un concepto que no resulta muy familiar. Para el diccionario, es la capacidad de adaptación de un ser vivo a un estado o situación adversos. El término proviene del mundo de la Física y describe la capacidad de transformación de algunos metales al aplicarles presión. La Psicología lo ha adoptado como reflejo de la fortaleza que se adquiere tras superar condiciones extremas.
¿Se puede resistir a la adversidad?
No se nace resiliente; es una cualidad que se desarrolla. Y, al igual que otras, se aprende. A lo largo de la vida asoman dificultades de todo tipo. Y es que la felicidad suprema solo se ve en los cuentos. En la vida real hay momentos con decepciones, agravios, rupturas o pérdida de seres queridos en los que priman la frustración, la impotencia o la tristeza. Pero pasan. Y se sigue adelante. En ese sentido, los mayores tienen ventaja con respecto a los demás. La edad es un grado, ya que la experiencia va en relación directa a los años. Se trata solo de saber aprovecharla.
Resiliente es quien, tras la adversidad, se fortalece; igual que el junco. Lo señala la canción Resistiré, que se ha convertido en un himno contra el coronavirus. Un vendaval derriba al árbol más robusto, pero al junco solo lo dobla. La práctica demuestra que aguantamos más de lo que solemos creer; y, en tal caso, vamos a resistir, seguro. Aunque nada vuelva a ser igual.
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