Pese a la pandemia, conviene no olvidar la actividad física. Aunque no siempre es fácil. Los contagios por el SARS-CoV-2 están en alza de nuevo; el confinamiento en casa se incrementa. ¿Qué se puede hacer? Pues buscar el modo de suplir la inactividad que conlleva el encierro. Y es que estamos hechos para el movimiento. El organismo evolucionó en un ambiente bien distinto al actual. Durante miles y miles de años, los humanos se desplazaron de un lado a otro del globo en busca de comida y abrigo. Somos el resultado de aquel tipo de vida, tan duro e incierto.
El trabajo físico ha sido una constante a lo largo de la historia. Y se ha mantenido así hasta hace tan solo unas pocas décadas. Hoy es casi una excepción a la regla; el sedentarismo es cada vez más usual. En consecuencia, los riesgos para la salud se incrementan. Más aún con los años, como se pone de relieve en este estudio. La resistencia cardiaca, la fuerza muscular, la flexibilidad, la coordinación y el equilibrio mejoran con el ejercicio físico en la vejez. Además, su provecho no se reduce al plano físico, también se extiende al psíquico.
Formas de no olvidar la actividad física en casa
La motivación favorece la práctica. Con empeño, se convierte en un hábito. No es para siempre. Confiemos en que, más pronto que tarde, se recupere el modo de vida previo a la Covid-19. Y el ejercicio se haga otra vez en compañía. Mientras tanto, se trata de buscar el mejor modo de hacerlo a solas. Es aconsejable fijar una hora; así se favorece la costumbre. Y acudir a las tablas de ejercicios ya sabidas. La compañía de una música de fondo o de la radio lo harán ameno. Si es la primera vez, se puede buscar un programa apropiado en la televisión o en la web. Hay muchos y variados; lo ideal es encontrar el apropiado al gusto y aptitud de cada cual. Acudir a la experiencia de un profesional nunca está de más; este enlace es un buen ejemplo.
Por otra parte, no sirve estar activos una hora y en un sillón el resto de la jornada. Hay que moverse a menudo. Dar pequeños paseos por la casa; usar una bicicleta estática; subir o bajar escaleras, si es posible, son ejercicios al alcance de la mano. ¡Abajo la pereza! Está en juego la calidad de vida en la vejez.
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