El plan de Rosa María tras la jubilación era aprender a escribir ficción. Y no hay duda de que lo ha logrado. Su primera novela la escribió en catalán, que es su lengua materna. Se titula Pedres blanques y, en 2016, quedó finalista en el Premio Autor Revelación del Ateneo Barcelonés; en 2018, la publicó la editorial Gregal. Y, en 2020, se tradujo al castellano con el título de Piedras blancas. Pero la autora no se quedó ahí. En julio de ese año vio la luz su segunda novela, El batec del temps. Por si fuera poco, aprovechó el confinamiento para escribir la tercera. Se llama Terra de vinyes y ganó el VI Premio Celler de Lletres 2020. El proyecto no solo se ha cumplido, sino que su labor no deja de crecer y ser reconocida. ¡Y hay quien cree que la jubilación es el fin de la vida activa!

Rosa María Prat i Balaguer nació en Tarrasa (Barcelona) el 3 de junio de 1950. Es la pequeña de tres hermanos y califica a su familia como trabajadora y católica. Desde los 14 años, coordinó el trabajo con el estudio. Se matriculó en Magisterio al acabar el bachillerato nocturno. Ya adulta, estudió Pedagogía y se doctoró en Ciencias de la Educación. Su marido, Lluis, también es profesor; al igual que su hija, Ana. A lo largo de su vida, la lectura ha sido para ella una gran pasión.

Aprender a escribir ficción: la historia de Piedras blancas

Se jubiló en 2010, después de trabajar treinta años como maestra en la escuela pública. Y pasó a ser alumna de un curso de escritura. Pedres blanques transcurre en el siglo XIV, en el Monasterio de Piedras albas (Pedralbes). Es una novela de trasfondo histórico, que muestra la confrontación de las Hermanas Clarisas de Santa María, de la villa de Sarriá, con el papa de Aviñón, Benedicto XII. El pontífice publica unas Constituciones con el pretexto de sanear la corrupción eclesiástica. El objetivo no es tal. Lo que pretende es apartar a las mujeres del poder de decisión. A partir de ahí, surge el conflicto. La abadesa, Sobirana Olzet, una mujer fuerte, no está dispuesta a obedecer sin más. E intenta defender los privilegios que les otorgó la cuarta esposa de Jaime II, Elisenda de Montcada i de Pinós en la fundación del monasterio, el año 1327. 

La autora ha compartido con los lectores las emociones y preguntas que despierta la obra. Y es que, asegura, el contacto con los clubes de lectura es tanto una fuente de satisfacción como una experiencia muy enriquecedora. Ha participado en un buen número de tertulias literarias y está orgullosa de los resultados. Quiere seguir investigando y recuperar para la historia el legado de mujeres que, de otro modo, permanecería oculto. Desde aquí le damos la enhorabuena por lo logrado y le deseamos mucha suerte en la tarea.

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