La I Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento tuvo lugar en el año 1982, en Viena, auspiciada por Naciones Unidas (NNUU). Se pretendía con ello establecer un foro de debate sobre el escenario de la nueva realidad demográfica. El llamado envejecimiento de la población afectaba a los países de mayor nivel económico. Y la característica más señalada era el aumento de las personas mayores de 65 años con respecto al total de población. Ese mismo año, la OMS conmemoró el 7 de abril, Día Mundial de la Salud, con el lema Añadir vida a los años.

El incremento de la población de mayor edad había disparado las alarmas. No eran pocas las voces que advertían de los perjuicios de este hecho. Las proyecciones vaticinaban un progresión sin límites del gasto social. Los análisis más pesimistas apuntaban a la quiebra del sistema de pensiones y al colapso sanitario. El propósito de la Asamblea de Viena era garantizar los derechos de los mayores, con la puesta en marcha de una serie de medidas orientadas a tal fin. 

II Asamblea Mundial sobre Envejecimiento

Veinte años después de Viena, en 2002, Madrid acoge la celebración de una II edición. A la cita acuden las delegaciones de más de cien países; además, participan distintos órganos de NNUU, instituciones de nivel internacional, organizaciones no gubernamentales y numerosas asociaciones de personas mayores. En la nueva cita, el envejecimiento de la población se ha extendido por todo el mundo. Ya no afecta solo a los países de economías más prósperas. En el informe de la II Asamblea, NNUU ratifica la relevancia de la situación. Las pirámides de población ilustran bien cómo el aumento de la esperanza de vida es una revolución sin precedentes en el siglo XXI.

Los asistentes firman por unanimidad una declaración en la cual se proclama la dignidad de los mayores. Y, a la vez, el firme compromiso de eliminar la discriminación por razones de edad, ya sea a nivel personal o social. El propósito alumbra el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento. Es un documento que reconoce el derecho de las personas mayores a disfrutar de una vida digna y participar con su esfuerzo en el desarrollo sociocultural, económico y político del entorno en el que viven.

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