Desde el punto de vista de la salud, la frase hay que comer de todo no por usual deja de ser un error. De hecho, no se suele relacionar con la gran variedad de alimentos frescos, y muy sanos, que ofrece el mercado, como verduras, hortalizas y frutas, sino con otros bien distintos. Es así mismo habitual oír que no existen alimentos buenos o malos, ya que depende de su frecuencia de consumo. La regla no es menos falsa que la anterior. En realidad, es más bien un ardid de la industria en apoyo a la comida con un alto nivel de procesamiento. Se trata de mensajes que inclinan a la compra de productos poco o nada saludables. Y, sin que la población lo advierta, se incorporan al lenguaje sin esfuerzo.
Lo cierto es que la obesidad se ha convertido en una epidemia mundial, pues las tasas de afectados no dejan de aumentar. La presentación de novedades con muy baja calidad nutricional se relaciona en gran medida con el problema. La venta de ultraprocesados, de fácil acceso y consumo, con altas dosis de sal o azúcar y grasas nocivas crece de día en día. Y esta circunstancia hace que la salud se resienta.
¿Afecta a los mayores el lema hay que comer de todo?
En el caso de las personas mayores, sus hábitos se basan en un modelo más tradicional que el actual. Esto hace que utilicen este tipo de productos en menor grado que otros grupos de edad. No obstante, al igual que el resto, se ven afectadas por unas tasas de sobrepeso elevadas. Lo que indica que también precisan cambios en su patrón alimentario. ¿Pero cuáles?
La imagen que acompaña a este texto muestra unas pautas sencillas de entender y, en consecuencia, de llevar a la práctica. Provienen de la Escuela de Salud Pública de Harvard, un organismo de prestigio a nivel internacional. No hay duda de que las reglas que plantea son sanas. Conviene por lo tanto no desviarse de ellas. Y es que alimentación y salud van de la mano.
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