No hay duda de que la soledad hace daño al cerebro y un estudio lo muestra una vez más. Es del Instituto Max Planck, en Alemania. No es un hecho nuevo, se sabe desde hace tiempo; sin embargo, ahora se conoce la base que lo sustenta. Y es que el aislamiento social reduce tanto el volumen del hipocampo como el espesor de la corteza cerebral.
Así lo indican las imágenes de resonancia magnética realizadas a los participantes en el estudio a lo largo de seis años. El efecto del fenómeno en el rendimiento cognitivo no es menor. Se resienten capacidades como la memoria, más frágil en la vejez, o el aprendizaje; además, el riesgo de padecer una enfermedad neurodegenerativa es mayor.
La soledad hace daño; se debe huir de ella
La cara amable del estudio es que el perjuicio no es inevitable. Porque no es fruto de la edad en sí misma. Depende de lo que se hace; es decir, de la interacción en el día a día. La prevención pasa por evitar la soledad. Y contra ella la mejor arma es la relación social. Pero no es sencillo. La falta de empatía en las grandes ciudades es un gran problema. Por otra parte, la pandemia aumentó el distanciamiento de unos con otros. No obstante, ya quedó atrás. El cese del uso de las mascarillas en el ámbito sanitario lo prueba.
Hay que rescatar la compañía de los demás. Es un paso esencial a la hora de mantener la salud del cerebro. Las circunstancias de cada persona pueden ser muy distintas. Por ejemplo, si se vive lejos de la familia o si se carece de ella. Pero este lazo no tiene por qué ser el único recurso ante la soledad. Se trata de buscar otras alianzas. Y existen fuentes de ayuda. El caso es no ver en la soledad una condena ante la que rendirse.
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