Las relaciones intergeneracionales son una característica humana. A lo largo del tiempo, los miembros de distintas generaciones han convivido juntos; gracias a ello, sobrevivimos como especie. Y es que somos seres frágiles y vulnerables. Un niño no puede vivir sin un adulto que cuide de él, así como un herido o un enfermo sin asistencia, ni un anciano sin apoyo. Somos interdependientes; de un modo u otro, necesitamos que los demás nos presten su ayuda en ciertos momento de la vida. La evolución nos hizo seres sociales. De no ser así, la humanidad se habría extinguido. Y no es un rasgo que sea exclusivo del homo sapiens; lo compartimos con más especies de las muchas que pueblan el planeta.

No obstante, hay un aspecto que nos diferencia de ellas. Mientras que los actos de cualquier ser vivo se deben a los genes, los nuestros no se asientan tan solo en una ley natural, sino que son fruto de la cultura. Y es que la cultura moldea la conducta de los humanos; a veces, con contrastes muy intensos. A pesar de ello, el apoyo mutuo no ha faltado en ninguna de las sociedades que han existido antes que la nuestra. Pero las sociedades se transforman. Y las costumbres no son siempre las mismas. Los modos de vida, los valores, los tipos de familia, las creencias se renuevan. Y surge una pregunta. ¿Se acomodan los cambios a las necesidades del individuo? ¿U obedecen por el contrario a criterios ajenos a su bienestar? La respuesta no es fácil.

El impulso de las relaciones intergeneracionales: un reto

En el siglo XXI las generaciones están cada vez más separadas unas de otras. Es como si a cada etapa de la vida le correspondiera un terreno propio; un espacio, por otra parte, impermeable al de otras edades. Nos rodean lugares de niños para niños, de adolescentes para adolescentes, de adultos para adultos y de mayores para mayores. ¿Para cuándo lugares en común donde todos se relacionen entre sí? Ha de existir una conexión mayor entre los distintos grupos de edad. El contacto con otras generaciones amplía el punto de vista sobre quienes nos rodean. Y eso enriquece a la persona. ¡A cualquier edad! La Comisión Europea proclamó 2012 como Año de la Solidaridad Intergeneracional. Pero aún no se ha hecho lo suficiente. La Universidad de Granada es una de las pocas instituciones que se ocupa de su desarrollo. De momento, el reto se mantiene.

 

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.