No solo es un arquitecto que escribe novelas, también es periodista, emprendedor social y un gran experto en el Románico; además, dibuja en clave de humor. Y quizá esta última faceta sea por la que más se le conoce. Sus dibujos, antes en tres viñetas y ahora en una, son cada día el editorial de la política en el periódico El País. No hay personaje público al que no haya dibujado. Su pluma es un salto a la fama. Si Peridis no te dibuja, es que no se te conoce en el mundo de la política.

Su nombre es José María Pérez González. Nació el 28 de septiembre de 1941, en Cabezón de Liébana, Cantabria. Sus padres se trasladaron a Aguilar de Campó, en Palencia; allí, junto al Monasterio de Santa María la Real, se forjó su pasión por la piedra y el arte. En Madrid estudió Arquitectura y se licenció en 1969. Desde entonces, se propuso la recuperación del patrimonio histórico. Para la tarea se apoyó en las Escuelas Taller y las Casas de Oficios, que él mismo impulsó con la ayuda del INEM (ahora, SEPE). La lista de los monumentos restaurados es larga. Además de Santa María la Real, a cuyo claustro él llama «su sitio», está el Convento de Santa Clara, en Hellín; el de San Benito, en Valladolid; la biblioteca de Castilla-La Mancha, en Toledo; el Corral de Comedias, en Alcalá de Henares y un sin fin de obras más. 

Un arquitecto que escribe novelas… y le premian por ello

Pero la labor de Peridis como escritor y divulgador no va a la zaga de la de restaurador. A él se deben tanto la existencia de los 70 tomos de la Enciclopedia del Románico, como la serie de TVE Las claves del Románico. Y por supuesto sus novelas. Su perfil polifacético ha sido reconocido con multitud de premios en todos los puertos en los que ha recalado. Entre otros muchos galardones, ha obtenido la Medalla de Oro al Mérito al Trabajo, la de Bellas Artes y la de Patrimonio Histórico

El último de sus éxitos, en el mes de febrero, es el premio Primavera de Novela 2020. La obra se titula El corazón con el que vivo y está publicada por Planeta. Según el autor, es la crónica de la novela que soñó; dice que aprendió sobre la Guerra Civil al escribirla. En sus páginas no hay ejércitos, ni combates, sino personajes que sufren los efectos de la contienda. Una guerra que transformó en rivales a muerte a quienes tenían distintas ideas políticas. Y él desafía al olvido; afirma que «seguiremos perdiendo la Guerra Civil hasta que no haya una sincera reconciliación«. Una frase llena de sentido en un momento en el que el enfrentamiento entre la clase política va en aumento

 

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