Hortensia López es una suegra muy querida. Consuelo, una de sus nueras, se refiere a ella como «mi flor» y no por su nombre. Elogia, entre otras cosas, su simpatía y buen carácter. Y quise conocerla, aún a distancia. Nos comunicamos por teléfono. Hortensia tiene dificultades de audición, pero no fue difícil. Hablamos sobre la pandemia, la familia, las amistades y sus poesías. Y es que hace poemas muy sencillos que regala a los suyos.

La pandemia ha transformado su vida, como a tantos y tantos mayores en los últimos meses. Se lamenta de la falta de contactos. Nació el 10 de enero de 1932. Es por tanto una niña más de las que vivió la guerra. Y se resigna; acepta la situación con paciencia, como todas las generaciones que sufrieron los efectos de la tragedia.  

«Yo la pandemia la llevo regular. No salía mucho a la calle, pero sí un poco a pasearme por la acera. Y hablaba con mis vecinas. Luego en el invierno ellas venían aquí, porque mi casa es una planta baja. Y se quedaban conmigo. Ahora nada. Ni ellas vienen, ni yo puedo salir. Solo tengo el teléfono. No me lo paso mal. Estoy muy bien acompañada. Tengo tres hijos y tres nueras cerca. Y una chica que viene a cuidarme y otra a hacerme la comida. Gracias a Dios, estoy muy bien pero, claro, echo de menos la calle. Para mí es muy importante estar acompañada y hablar. De lo que pasa, de las noticias, de lo que es el día a día… Pero esto que ha venido nos ha separao».

La infancia de una suegra muy querida

«Eramos 7 hermanos y yo era la más pequeña. Nací en un cortijo, con la ayuda de una matrona amiga de mi madre… Había una huerta con pimientos, tomates… de todo. Los tomates estaban muy cerca de la casa y me ponían a guardarlos para que las gallinas no los picaran. Me sentaban en una silla y me decían: ¡no dejes que se acerquen a picarlos! Yo no me levantaba. Cogía los tomates de las matas y se los echaba a las gallinas. Cuando mi padre me vio, dijo: pero hija ¿qué haces? ¡Más vale que se los coman y no que se los des tú!».

«Había un camino muy bonito, de carrizos, que con ellos se hacían las zambombas de nochebuena. Y las gallinas se metían por allí. Mi madre decía: ¡Hortensia cuenta las gallinas! A veces faltaba alguna. ¡Falta la mora, la otra, la negra! Pues ya se ha perdido… que no están, que no aparecen. Y luego volvían con un montón de pollitos detrás. Se pasaban incubando 21 días. Cuando tuve 7 años mi padre me llevaba a coger aceitunas con una cuba pequeña y me decía: ¡Cuando la llenes te vas a casa!».

El valor de los afectos 

«Mi marido pasó por el cortijo el día antes de terminar la guerra, con un tío suyo. Yo tenía 7 años y él 11. Me conoció y se le quedó en la memoria. Con 8 años nos vinimos al pueblo y me pusieron en la escuela. Me gustaba mucho; tenía una maestra muy buena, que era de Granada y nos enseñaba de todo. La casa de mi marido y la mía estaban juntas. Y por la noche escribíamos y echábamos cuentas. Hasta los 15 años, que nos pusimos de novios. Hemos estado juntos hasta que se murió, hace 3 años».

«Yo le digo a la gente joven que el cariño no se termina. Hay etapas de cariño. Las primeras son muy buenas. Luego vienen los hijos… y también son buenas. Con tu marido siempre te llevas bien, aunque discutas. Ahora hay parejas que no son de hombre y mujer. Y es una cosa normal. Yo les deseo felicidad, porque la felicidad es lo más importante que hay. Antes eso se castigaba. En el pueblo pegaban a los chicos y todo… Ahora hay más cultura y se sabe que eso viene desde el nacimiento. Yo hablo con amigas que dicen que esto o que lo otro. Y les digo: cada uno busca su felicidad…».  

Un abrazo para Hortensia, con el deseo de que sea una suegra muy querida por muchos años. Como final, una muestra del buen humor con el que advierte por WhatsApp a su familia de cómo será la Navidad. Nos quedamos en casa, aunque duela. Es el modo de proteger a los mayores. ¡Felices fiestas! 

4 Respuestas

  1. Paco Ángel

    Mi tia Hortensia genio y figura siempre con su buen animo y saber estar, me encanta …y echó mucho de menos su silla en la puerta .Pronto acabará esto y volverán sus veladas en la acera que tantas noche de verano me han visto llegar. ..

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  2. Paco Lozano López

    ¡Cuánto hay que aprender del equilibrio emocional y la escala de valores de esta generación! . Privada de casi todo lo material que ahora parece imprescindible a las nuevas generaciones, el amor a los demás, el trabajo y la bondad eran los ingredientes para transformar una vida dura en una vida plena de dignidad. Muchos besos por todo lo que representas, mamá.

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