El miedo a perder la memoria es muy común entre los mayores. Y hay que entender que sea así. El número de olvidos se incrementa con la edad, porque la memoria es una capacidad que se resiente a medida que se cumplen años.
Un olvido es algo habitual. Se trata de un inconveniente que, además, surge en el momento más inoportuno. No encontrar las gafas, extraviar las llaves u olvidar una cita son hechos que ocurren a cualquier edad; sin embargo, se dan con más frecuencia en la edad avanzada. Reciben el nombre de olvidos benignos y no suelen estar relacionadas con una patología en concreto. No obstante, conviene atajarlos lo más pronto posible.
El mejor modo de afrontar las dificultades de memoria es mantener la mente activa. Todas las semanas editamos ejercicios que son de gran utilidad. Pero hay que acompañarlos de la relación con los demás. Conversar con amigos y participar en actividades de grupo también estimulan la mente. Y la edad del cerebro avanza así más despacio.
Miedo a perder la memoria: cuándo preocuparse
Conviene diferenciar entre los pequeños olvidos y una posible patología. En este sentido, hay recomendaciones que sirven de ayuda. Pero solo un profesional cuenta con instrumentos a la hora de establecer un diagnóstico. Por lo tanto, en ocasiones, se impone recurrir a la atención de un especialista. Por ejemplo:
- Si la pérdida de memoria dificulta la higiene, el orden, cocinar o comprar, entre otras tareas.
- Cuando se incrementa la frecuencia de los fallos de memoria.
- Ante la presencia de desorientación para dar con lugares que se conocen bien.
- Siempre que el problema empeore de forma brusca.
La persona afectada pude no ser consciente de su dificultad y no le inquiete su memoria. En tal situación, debe ser así mismo un profesional de la salud quien se ocupe del caso. Y la familia, allegados o cuidadores habrán de seguir sus indicaciones tras el estudio de la situación.
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