La foto de la portada corresponde a un libro para el debate médico. Conviene leerlo con atención, pues da que pensar. Y no poco. Se trata de un libro provocador que contiene reflexiones muy profundas sobre el impacto de los valores socioculturales del siglo XXI en el sistema sanitario. A los profesionales de la sanidad les cuestiona la naturaleza de su trabajo; a quienes no lo son les advierte de los riesgos que entraña idolatrar la salud. El titulo, «Si puede, no vaya al médico«, ya es explícito en sí mismo. El autor sostiene que la medicina convierte a los pacientes en sus rehenes. Que si una persona en buen estado de salud va al médico tiene muchas posibilidades de salir de la consulta convertido en un enfermo imaginario.
Quien lo afirma, conoce a fondo lo que critica. No es un recién llegado. Se llama Antonio Sitges-Serra y es jefe del Departamento de Cirugía del Hospital del Mar de Barcelona; es decir, un facultativo de reconocido prestigio en el ámbito profesional. Y que, además, denuncia desde hace años la deriva del sistema sanitario. La presión innovadora de la tecnología, los conflictos de interés de los profesionales, el exceso de protagonismo del hospital frente a la atención primaria, la hipocondría cada vez mayor de la sociedad de hoy; en fin, el enjambre de problemas que rodean a la sanidad. Y lo hace de formas muy variadas. Como profesional en revistas acreditadas; como articulista en la prensa; incluso, dirigiéndose por carta a la ministra del ramo en 2016, Dolors Monserrat.
Las críticas de un libro para el debate médico
A lo largo de la historia, la salud ha sido un bien preciado en todas las culturas. Sin embargo, el concepto que encierra no es igual de unas a otras. Y con el paso del tiempo se transforma. Para Sitges-Serra, la salud es en la actualidad un gran negocio controlado por la industria tecnológica y las firmas farmacéuticas. El margen de beneficios se eleva y el riesgo lo corre quien llama a la puerta de la atención médica, que no es otro que el enfermo.
La medicina se ha aliado con quienes la han convertido en una industria deshumanizada. Y es un fruto más del mercado, que ignora los determinantes sociales de la salud. El diagnóstico de enfermedades que en realidad no lo son o la polimedicación, sobre todo en ancianos, están a la orden del día. Mientras, los costes se incrementan a la par que disminuye la eficiencia de la atención. Los últimos 20 años han supuesto que el gasto sanitario se triplique sin que mejoren los índices de salud. En resumen, un conjunto de males que hacen que repensar el modelo sanitario sea, además de necesario, urgente.
En este enlace se puede ver una entrevista con el autor.
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