Cuidar al cuidador de una persona mayor dependiente es una necesidad básica. El cuidado es una tarea que requiere una gran dosis de renuncia y esfuerzo por parte del cuidador. Y es que para su bienestar ha de contar a su vez con apoyo. Solo así se afrontará el efecto negativo de una labor tan dura. Uno de los mayores enemigos del cuidador es la sensación de soledad. La reducción del contacto social, junto al cansancio físico y/o emocional, son riesgos que amenazan tanto al cuidador como al proceso de cuidar bien. Los grandes municipios cuentan con programas de ayuda en este sentido. Así mismo, en la web no faltan guías que proporcionan información sobre el autocuidado.
La atención familiar al dependiente, denominado en general cuidado informal, es un trabajo invisible. Y es que la mayoría se da en el ámbito doméstico. Y, al no contar con una remuneración, se suelen valorar muy poco por parte de la sociedad. No obstante, se estima que si el tiempo que se dedica a esta labor se tradujera a términos económicos representaría nada menos que entre un 3 y un 5% del PIB. Además, se calcula que el 83,5% de las personas mayores dependientes son atendidas por mujeres, de las cuales cerca del 40% supera los 55 años. Una visión, en fín, nada amable del problema.
Cuidar al cuidador: ¿cariño es sinónimo de calidad?
La evolución de la demografía ha incrementado el número de personas de edad avanzada. Pero la mayor esperanza de vida no siempre se acompaña de un buen nivel de salud. Por el contrario, las enfermedades crónicas y neurodegenerativas provocan discapacidad en distinto grado. Y esta circunstancia eleva la necesidad de cuidados en la ultima etapa de la vida. Es por ello que fijar la adecuación de los cuidados de larga duración no es una cuestión menor.
Los datos indican que en el norte de Europa, la mayoría de los ciudadanos prefiere el cuidado profesional para los mayores que son dependientes. Por el contrario, en el sur, en España, Portugal y Grecia se opta por su permanencia en casa. Sin embargo, la cercanía y el cariño no tienen porqué ir de la mano de una buena atención en todos los casos. Los efectos de la crisis limitaron la aplicación de la Ley de promoción de la autonomía personal y de atención las personas en situación de demencia. Y, si de verdad se ha iniciado ya la senda de la recuperación, es momento de poner en marcha de nuevo su desarrollo. Mientras tanto, el cuidado del cuidador es una deuda de la sociedad para con quienes atienden a la dependencia en el seno de su hogar.
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