Asociar la jubilación laboral con la pasividad, la soledad o incluso la muerte era un hecho muy común hace tan solo unas décadas. Como si solo quedara en pie la parte más amarga de la vida al dejar atrás el mundo del trabajo. En una novela de 1959 se aprecia esa visión, tan cruel. El autor es Miguel Delibes; el protagonista, don Eloy. Lleva por título La hoja roja. El personaje, que es viudo, se ha jubilado y ya no le queda más que la desesperanza. Las hojas de su librillo de fumador le recuerdan cada día que el fin se acerca.
Las circunstancias han cambiado. Y mucho. La primera es que se ha elevado la esperanza de vida. De hecho, en aquel tiempo rondaba los 60 años. Lo mismo ocurre con el aumento de la calidad de vida. Qué decir de las oportunidades para envejecer activamente. No se conocían, pues nacen en el siglo XXI. Hoy, por el contrario, están al alcance de la mano de los mayores. Y es que el cese de las obligaciones laborales no tiene por qué ser un drama. Aunque no siempre se ve así.
Jubilación laboral y nuevas oportunidades
Desde el punto de vista social, la jubilación es la puerta de entrada en la vejez. Una etapa a la que también se denomina la tercera edad. Sin embargo, no hay razones que sea una edad de tercera. Identificar la vejez con la inacción es un gran error. Las generaciones actuales se jubilan en un escenario muy favorable con respecto a épocas pasadas. No solo la esperanza de vida es más alta; así mismo, los niveles de salud, socioeconómicos y culturales son muy superiores a los de sus padres y abuelos.
En los últimos años, el cambio social ha sido muy intenso. Y el envejecimiento se ha visto favorecido con él. Si es cierto que la adaptación a la jubilación no se hace de un día para otro. Por lo tanto, hay que prever con tiempo qué alternativas se abren. Es necesario modificar las rutinas. Y no es fácil. Un buen modo es hacer proyectos que lo faciliten. Se trata de recabar información, sopesar los pros y los contras y elegir la opción que mejor se ajusta a las preferencias de cada cual. La jubilación laboral no detiene el reloj de la vida; si acaso, obliga a aprender a permanecer activos. Y, cuanto antes, mejor.
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