Prevenir accidentes es hoy por hoy un gran reto para la Salud Pública. Su número se incrementa año a año en los países de mayor riqueza y causan graves efectos a nivel humano y socioeconómico. Por una parte, por las muertes que provocan; pero, no solo eso, también por el deterioro de la salud y la calidad de vida. Por otra, debido a su coste en cuanto a asistencia sanitaria y de protección social. Los accidentes son la primera causa de muerte en niños y jóvenes de entre 1 y 19 años. Además, son la segunda fuente de discapacidad y mortalidad, solo por detrás de la que originan las enfermedades cardiovasculares, las respiratorias y los tumores. Y esto es así hasta el punto de que los accidentes se consideran una de las epidemias del siglo XXI.
Prevenir accidentes: ¿cómo hacerlo?
Para la OMS, la definición de accidente es «un suceso no premeditado del cual resulta un daño corporal identificable». No hay duda de que los accidentes son inesperados, pero eso no significa que sean inevitables; al menos, no en un alto porcentaje de casos. Un gran volumen de ellos se da en el hogar, un entorno que se suele considerar a salvo de peligros. Sin embargo, la realidad es bien distinta. Pese a la creencia de que se trata de un lugar seguro, no lo es. Los suelos resbaladizos, las zonas mal iluminadas o las alfombras que se deslizan pueden provocar una caída; que es aún más peligrosa en el baño.
Y es que en el ámbito doméstico conviene ser precavido. Por ejemplo, en la cocina, donde se utilizan a menudo elementos como los cuchillos o el fuego. Y qué decir del uso de herramientas. El listado es largo y sobrepasa el límite de este espacio. No obstante, esta guía para la prevención ayuda a identificar los riesgos, prevenir los accidentes y evitar las lesiones. Eso sí, que sea de provecho requiere un requisito, que no es otro que el de tomar conciencia del riesgo. Pese a no ser un hecho frecuente, tiene sus ventajas. Y no son pocas.
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