La nuestra es una sociedad orientada a la vejez. Las pirámides de población no volverán a ser como antes. La forma tradicional es la de un triángulo. En ellas, los tramos de menor edad son los más numerosos. Y el volumen se reduce a lo largo de los años. Esa era la imagen que tenían en España a principios del siglo XX. Más de la mitad de los nacidos no alcanzaba los 15 años; al llegar a la adultez, una persona había visto morir a una gran parte de sus congéneres. Hoy se parecen más a un rectángulo. Y es que el porcentaje de los que conquistan la vejez es muy alto. En realidad, la primera refleja una sangría de vidas; es decir, son personas que se quedan en el camino sin completar su ciclo vital. Ya no es así. Y es un hecho a celebrar. ¿O no?
Hace un siglo y medio, en Europa se impuso una nueva dinámica demográfica. Poco a poco, se extendió por todo el mundo. La esperanza de vida es cada vez mayor. No solo porque mueran menos niños, también porque se viven más años. Y eso ha supuesto cambios muy profundos en cuanto a la fecundidad de la población. El número de nacimientos es alto cuando la mortalidad también lo es. De no ser así, la humanidad no habría sobrevivido en el planeta. En la actualidad, al vivir más, no hace falta un número de nacimientos tan elevado. Es lo que sostienen los expertos en Demografía; si bien no faltan las opiniones con tintes de catástrofe.
Los cambios en una sociedad orientada a la vejez
Cuanto antes se asuma la realidad, más fácil será afrontar el reto que entraña. Lo afirma Dolores Puga en la revista Ágora, del CSIC. La autora advierte de la necesidad de cambiar el modo en que se mira la vejez. Si solo se ve como una amenaza, se limita el campo de acción. No hay que arreglar el envejecimiento demográfico, sino adaptarse a él. La pandemia de la Covid-19 ha puesto de relieve graves carencias. El modelo de cuidados a los mayores necesita cambios de calado. Un enfoque basado en la prevención y en la promoción de la salud, que atienda a una población cada vez más plural. Lo contrario es una deshumanización que la sociedad del siglo XXI no debe permitir. El artículo lleva por título «Reconocernos en la población que somos«. No dejen de leerlo; es excepcional.
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