Desvelar dónde se localiza la memoria ya era un propósito en la antigua Grecia. Platón concebía esta facultad como un disco que gravaba las huellas de las cosas. De su relevancia da cuenta Mnemósine, la divinidad que la representa en la mitología. A lo largo de los siglos, se ha buscado con afán el lugar que almacena la información sobre lo vivido. Y, pese a la falta de evidencia de tal creencia, el interés por encontrarlo se ha mantenido hasta fechas recientes.

Hoy, no es así. El estudio de los pacientes aquejados con trastornos de la memoria, junto con las técnicas de neuroimagen, han puesto de manifiesto el error. El cerebro aloja la memoria, sí, pero no en una zona concreta del mismo. La capacidad que permite reconocernos como quienes somos tiene relación con distintas regiones cerebrales; entre otras, el hipocampo, la amígdala o la corteza cerebral. Pero se distribuye a través de las llamadas redes de memoria

Dónde se localiza la memoria y cómo funciona

«El cerebro no guarda películas, guarda fotografías» es una frase del escritor Milan Kundera que resalta la imprecisión de la memoria. Tiene fundamento, pero no es del todo exacta. Y es que, con el transcurso del tiempo, el supuesto álbum de fotos no permanece indeleble. Evocar un recuerdo no es comparable con consultar un libro y devolverlo a su rincón. Por el contrario, lo recordado se reconstruye una y otra vez, originando una nueva red que refuerza a la anterior. De este modo, la huella se consolida y se hace más y más potente. Es decir, aquello que hemos hablado, o pensado, un mayor número de veces es lo que mejor se recuerda.

Por otra parte, dos personas perciben de forma diferente una misma situación o información. No contemplan los mismos detalles. Y cada cual, en función de su idiosincrasia, registra el recuerdo atendiendo a elementos distintos. Además, se da la circunstancia de que al recuperar un recuerdo se le añaden nuevos ingredientes, mientras se suelen omitir partes que antes se destacaron. En resumen, como señalan los expertos, la memoria nos engaña. Así que es mejor no confiar en ella a ciegas.

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