Oliver Sacks fue un gran neurólogo que falleció en agosto de 2015, a los 82 años. Con sus obras de divulgación conquistó a cientos de miles de lectores. Un antropólogo en Marte, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, La isla de los ciegos al color o Migraña son algunas de las más conocidas. El primero de sus libros, Despertares, es en parte una autobiografía. En él describe el empeño de un médico muy joven por recuperar a enfermos aquejados de encefalitis letárgica en un hospital de Nueva York. La historia se llevó al cine en 1990 y recibió tres nominaciones a los premios Oscar: mejor película, mejor actor principal y mejor guión adaptado.

Oliver Sacks, también aficionado a la Química

El mayor afán de su vida fue conocer el cerebro; además, era un apasionado de la Química. En el libro El tío Tungsteno, sobrenombre referido a su tío Dave, que era dueño de una fábrica de bombillasevoca sus recuerdos de infancia. Nació en Londres, en el año 1933. Era el pequeño de cuatro hermanos de un matrimonio de médicos judíos. Los bombarderos alemanes obligaron a su evacuación a los 6 años e ingresó en un internado. Lejos de su familia, sufrió castigos y privaciones de todo tipo. De vuelta a Londres, se refugió en el mundo de la ciencia. Tras obtener el título de Medicina a los 27 años, partió a Montreal (Canadá) y desde allí a los Estados Unidos. Ejerció como neurólogo desde 1965 y fue profesor de Neurología y Psiquiatría en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Oliver Sacks recibió numerosos reconocimientos por su dedicación profesional. En la obra En movimiento: una vida narra sus vivencias, en un ejercicio de introspección que es digno de admirar. Poco después de la publicación, le descubrieron metástasis hepáticas que provenían de un melanoma diagnosticado años atrás. Él mismo lo relata en este artículo de prensa. El último de sus libros, Gratitud, es un pequeño tomo que reúne cuatro ensayos breves; el cuarto se publicó sólo dos semanas antes de su muerte. En la introducción asegura: aunque ahora veo la muerte cara a cara, la vida todavía me acompaña. Un extraordinario ejemplo de vida activa.

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